Testimonios

Programa de Reducción del Estrés Basado en Mindfulness o MBSR (Mindfulness-Based Stress Reduction)

“Encontré el instrumento más sencillo, amoroso y potente para vivir con amor hacia mí misma y hacia los demás. Un modo de estar en el mundo habitando en PAZ”.  Silvina Ferreyra, 46 años, Córdoba, Argentina.

“Para mí fue una experiencia movilizadora, reveladora y de absoluto crecimiento. Desde el estar ahí cada encuentro, realizar las prácticas y buscar instalarlas en la rutina diaria, hasta empezar a ver de a poco sus efectos, sobre todo que en mi caso se dio en el contexto de muchos cambios en mi vida, que quizá en otro momento sin la ayuda del mindfulness no hubiera sabido cómo sobrellevar. Esperé cada encuentro con más ganas y de ellos me retiraba renovada. El día de práctica intensiva, al que tanto “temía” por el hecho de “deber permanecer en silencio” fue una de las experiencias más intensas y sanadoras que he vivido. Y posteriormente a eso muchas cosas se fueron manifestando y la energía se fue renovando. Siento que he incorporado a mi vida una herramienta muy valiosa, que ha estimulado mi creatividad, ayudado a lograr ordenarme y también dejar que la vida se presente con las situaciones de cada día y sin forzarlas ni vivir presa de la expectativa. Disfruto de los procesos, de las cosas que voy viviendo día a día. Siempre escucho una canción de Jorge Drexler que dice “amar la trama más que el desenlace”, y un poco de eso se trata… del día a día, momento a momento, minuto a minuto. Estar presentes. La vida es HOY”. Natalia Caffaro, 46 años, Córdoba, Argentina.

“En las primeras prácticas uno piensa que ‘esto no me va a cambiar’ pero sí hay cambios, sutiles y profundos, lo aseguro!!! Después de las ocho semanas solo nos queda agradecer, por eso agradezco infinitamente haber hecho la experiencia”. Susana Pereira, 54 años, Córdoba, Argentina.

“Es un placer para mí compartir mi experiencia, para expandir la idea de que mejorar nuestra vida es posible, aún después de los 50. Este proceso de aprendizaje abrió una puerta en mi vida. Siento que recién comienza, aun cuando ya terminé el curso, ya que me parece de variables infinitas. Descubrí que mi mente no estaba presente en mi vida mientras la vivía, siempre estaba más allá: en el futuro. Descubrí que mi ternura y compasión siempre era para otros y no para mí. Descubrí que el cuerpo que se acepta y se ama se cura más rápido. A través de la práctica estoy aprendiendo a oír lo que no oía y a ver lo que no veía. Aprendí a serenar mi mente y mi corazón, a dormir sin una previa de horas de corazón acelerado y pensamientos desafortunados. Parece mentira, no? Es un trabajo diario, continuo, persistente y muy agradable para mí. Es un trabajo amoroso, suave, de profunda escucha a mí misma. Estoy aprendiendo… estoy aprendiendo… y eso me llena de felicidad. Cada paso que fui dando, despacito y en silencio, tuvo la mejor guía, la contención profunda, la sabiduría justa, en la amorosa mirada y la dulce voz de Valeria. Gracias Valeria por tanta entrega y dedicación!!”. Daniela Leone, 51 años.

“Empecé el curso con muchas dudas y sobre todo me preguntaba si alguna vez podría poner en práctica lo que me enseñarían. Y ya la primera clase me di cuenta que lo que vendría iba a ser algo positivo para mi vida, para mi forma de ser y ver las cosas. Lo mejor de todo es que la atención plena se puede aplicar a diario en miles de situaciones cotidianas y si bien creo que recién estoy pisando los primeros escalones de un trabajo que seguramente nunca se considere terminado, estoy muy contenta con mis avances. Lo mejor de todo lo que aprendí es a tomar las cosas como vienen, sin querer modificarlas, pero prestando atención a lo que va sucediendo. Y lo que me llevo con más alegría es que es muy sanador poder perdonarse a sí mismo, como el primer paso a poder perdonar a otros y poder vivir en paz”. Mónica Wulff, 59 años.

“Una manera de contar mi experiencia con mindfulness es utilizando una analogía: es como si fueras subida a un colectivo de línea en hora pico, atestado de gente, con cierto tedio que te acompaña en el viaje, e intentando posicionarte con más comodidad te encontrás con algo o alguien que te invita a bajarte y a continuar tu trayecto de a pie. Las primeras cuadras no te gustan nada, hace frio, te pesa el bolso, y pensás que falta realmente mucho para llegar. A poco de andar, empezás a darte cuenta de lo lindo que es el paisaje y de que nunca lo habías visto de esa manera (sino desde la ventanilla del colectivo, siempre desde la misma perspectiva), entonces con toda intención decidís ir más lento, moderar tu paso, sabiendo que tus pies están en contacto con la tierra. Sentís el olor de las flores en el cantero, percibís de otra manera los sonidos a tu alrededor, tomás otras callejuelas (sin seguir el rutinario recorrido del colectivo) y lo más lindo de todo, empezás a escuchar tu propia música. Y no la cuestionás, no te preguntas nada, sólo la dejás ser, surgir, brotar desde el fondo. Te conectás con ella, bailás con ella, reis y llorás, seguís su ritmo. Sos la coreógrafa, es tu música. De pronto no la oís más, se va, te deja (otra vez!)…y de nuevo a intentarlo, volvés a hacer silencio, a aquietarte para captarla (ya no estás donde antes!). Y aún algo más: reconocés a otros que también fueron invitados, y en eso estamos… con otros corazones latiendo a nuestro lado. Mindfulness es eso: andar de a pie, sueltita, y aprender a contemplar el paisaje (más allá del punto de llegada)”. Cecilia, 44 años, Córdoba, Argentina.

“Este curso me ha permitido, entre otras cosas que siguen decantando…una mayor profundidad en algo que en la línea Gestalt, se nombra como el ‘darse cuenta’ … Me siento más cerca de ese saber honesto que surge de escuchar el cuerpo. De observar sin juicios… los pensamientos que pasan por mí… Ese darse cuenta de los patrones repetitivos… y respirando, lograr explorar la capacidad de responder creativamente. Este programa es una herramienta muy delicada y de efecto inevitable, como el agua que termina modelando las rocas, por la práctica continua de la presencia, a cada instante, una y otra vez. El escaneo corporal lo escuché muchas veces caminando…y fue hermoso, resultó como las meditaciones de movimiento corporal consciente. Lo grupal otorga fuerza. Siento agradecimiento”. Gabriela Pérez.

“Desde hace un tiempo tenía alguna idea de lo que era mindfulness, sabía que era una práctica que se usa para mejorar los estados de estrés, de concentración, de salud. Había visto varios videos de gente muy interesante que practica a diario y sabía teóricamente de sus beneficios. Para mí el haber vivido el curso de 8 semanas junto a Valeria, fue mucho más que eso. Me encontré con una práctica muy simple, posible, accesible para cualquier persona que tenga ganas de vivir de un modo más placentero y saludable. Como facilitadora de Biodanza, tengo una conciencia corporal bastante desarrollada y una capacidad de poner atención plena en esa actividad. Sin embargo, la ejercitación diaria de la vivencia del estar conmigo misma, simplemente estando presente en el momento en que estoy viviendo, me abrió un nuevo mundo de posibilidades: el mundo del silencio, del silencio noble, del que disfruto plenamente. Fue un descubrimiento bellísimo. He apagado la radio y el televisor y escucho música cuando quiero disfrutar de escuchar música. No para “llenar el silencio”.  Noto que estoy disfrutando de nuevas experiencias y sensaciones, pequeños detalles de la Vida. He llevado esta práctica a la vida cotidiana, y siento que ha mejorado mi calidad de vida y mi argumento existencial”. Claudia Diehl, 59 años, Córdoba, Argentina.

“El curso es una oportunidad de crear un espacio de intimidad con uno mismo. Uno se encuentra con toda su inmensidad y con todos los condicionamientos. Es una oportunidad de auto observar estos condicionamientos y el hecho de sólo observarlos los relaja y nos serena. Es una oportunidad de vivenciar la armonía natural que nos acompaña y a la cual podemos acudir cuando la necesitemos. Es una oportunidad y un descubrimiento que opera cual mecha para encender un fuego que difícilmente querremos dejar de alimentar”. Betina, 42 años, Córdoba, Argentina.

“Ingresé al programa con las expectativas de sistematizar las prácticas formales y a medida que se fue recorriendo el camino, notaba que, en cada mojón, detrás de cada nueva experiencia, había un método que gradualmente se consolidaba. Creo que, si insistimos, ese hilo de fondo se va entramando, pudiendo tejer con los demás una vida más consciente. La clave está en la práctica y esta metodología la sustenta. Es altamente recomendable e invito a futuros practicantes que simplemente se animen porque la experiencia por si misma trasciende los resultados”. Víctor, 58 años, Córdoba Argentina.

«Hice el curso por segunda vez en el 2017. La experiencia fue sorprendente: no repetí el curso, fue un curso nuevo. Solté un tanto las formas, los contenidos tenían otra profundidad, las prácticas mayor conexión con el adentro, revaloricé los aportes del grupo. Las poesías tuvieron una resonancia especial, como así también cada aporte teórico o experiencial que oportunamente ofreció nuestra instructora. Fue revelador para mí la meditación caminando, que practico con alegría cada día. Cada paso me permite llegar al aquí y al ahora de mi corazón, en este preciso momento. En este tiempo he visto y reconocido que el camino siempre está…más allá de los colores, el frio, la lluvia, los obstáculos, las formas, las distancias, los aromas. El camino es generoso, se hace corto con la motivación, largo con el desgano, feliz con el encuentro y es milagroso porque siempre nos conduce a casa”. Ivone, 78 años, vivo en la ciudad de Córdoba, Argentina.

“Cada minuto del curso-taller valió, no la pena, sino la alegría de haberlo hecho. Me felicito y me agradezco haber hecho esta elección en un momento en que lo estaba necesitando profundamente. Necesitaba la guía experta, la compañía del grupo, la práctica en sí misma, el silencio interior, el respeto exterior, y todo eso y mucho más lo encontré en este taller. Disfruté enormemente el día de retiro silente, el encuentro sólo conmigo durante varias horas, sin que nadie me interrumpa ese encuentro. Las clases y el retiro me ayudaron a profundizar el contacto conmigo misma, me ayudaron a observar la actividad de mi mente y tener una herramienta más para conducirla hacia el estado de serenidad. Me fascinó encontrar tanta belleza, variedad e intermitencia en los sonidos externos, que van y vienen constantemente, desde mi silencio interior. Mindfulness me ayuda a vivir el presente y en el presente, entera, integrando todas mis dimensiones en el aquí y ahora, observando la vida desde un centro más profundo y no desde la agitada mente, y estoy segura de que es el camino hacia mi paz interior”. María Teresa, 54 años, Argentina.

“Cuando averigüé acerca del curso me encontraba atravesando una situación de muchísimo estrés y malestar personal. Sabia en la teoría acerca del mindfulness, pero no lo había practicado nunca, ni ningún tipo de meditación. Llegué a mi primera clase totalmente dispuesta a recibir ayuda sin ningún tipo de prejuicios, por eso creo que me fue tan útil. A medida que fuimos cursando las distintas clases incorporé bienestar a mi vida y mayor conciencia de mi cuerpo. Lo más importante para mí fue entender que no estamos obligados a ser presas de las emociones. No por sentir una emoción quiere decir que hay que quedarse pegado a eso. Conectándome con mi cuerpo logro algunas veces poder evitar las consecuencias negativas en mi salud que me genera sentir por ejemplo angustia, enojo, ansiedad. Agradezco haber hecho este curso y me pido a mí misma, sin juzgarme ni criticarme, poder seguir practicando las instancias de meditación en mi vida diaria. Creo que no voy a perder nunca la capacidad de darme cuenta de que puedo ser consiente de mi cuerpo, está en mi decidir si quiero ponerlo en práctica o no. Muchas gracias a Valeria por sus palabras, su tono de voz y su paz”. Alejandra Martínez, 33 años, Córdoba, Argentina

“Hacer el curso de MBSR ha generado en mí una nueva forma de relacionarme con mi entorno, con mi familia, en mi trabajo, con mis amigos… en definitiva, conmigo mismo. Siempre quise tener una oportunidad de darle calidad (y calidez) a mis próximos días. El Programa me ha dado herramientas muy concretas para hacerlo: la decisión y elección han pasado a ser mías”. Hernán M. 51 años, Córdoba, Argentina.

“Mi experiencia al hacer este programa ha sido ampliamente beneficiosa. Me ha permitido encontrarme con una herramienta concreta y real para reducir la ansiedad, serenarme y calmarme. Gracias a Valeria y a las personas que me pusieron en contacto con el mindfulness”. Valeria, 42 años, Mendiolaza, Córdoba.

«Estoy pudiendo encontrar un camino alternativo a la solución repetitiva y mecánica de problemas recurrentes. El dolor de las situaciones de la vida intenta quedarse, el dolor se regodea viéndonos en el mismo lugar que termina siendo un lugar de placer para la mente, un lugar que es familiar, un lugar de dolor que nos alberga. A partir del curso, puedo reconocer a mi mente cuando intenta llevarme a ese lugar, entonces con dulce firmeza me muevo, me corro, dando otra respuesta, una que me hace más feliz … Mindfulness es eso, es poder ver, para adentro y para afuera”. Marta Luz López Villada, 43 años, Córdoba, Argentina.

«El MBSR me enseñó que en mi interior hay un lugar sagrado, algo así como un refugio donde se encuentra todo lo que necesito, especialmente la paz. Que visitarlo a diario, lo cual requiere disciplina, pero sobre todo decisión, me permite actuar con mayor asertividad y me acerca a lo esencialmente valioso para mí como ser humano, a mi propia Humanidad. GRACIAS Vale» Bárbara, 48 años, Santiago del Estero.

«El MBSR me resultó una experiencia trasformadora, que ocurrió de una manera persistente, sutil, clara. El retiro de silencio marcó un antes y un después en mi experiencia con mindfulness, desde entonces aumentó significativamente la relajación y el registro de lo que me estresa. Percibo una mayor estabilidad anímica, una mayor claridad mental, una disminución de la reactividad ante situaciones estresantes y una disminución de la rumiación. Además, siento que la influencia de mindfulness se trasladó a los vínculos. Con mis pacientes con los que practico atención plena, noto un cambio: hay más cercanía con ellos, las sesiones son más espontaneas, emotivas, mejoró la comunicación. Y, con las personas en general, es algo difícil de explicar, pero no es como antes. Noto un cambio en mi vida”. Juan Manuel 42 años, Córdoba, Argentina.

‘…y se oyó una voz nueva que lentamente reconociste como tuya, mientras a zancadas penetrabas cada vez más en el mundo, con la decisión de hacer lo único que podías hacer, la decisión de salvar la única vida que podías salvar’. “Escuché ese fragmento del poema “El viaje” de Mary Oliver en una de las últimas meditaciones guiadas por Valeria. Fue un instante de claridad absoluta, en la que pude entender todo «el proceso», desde el primer día que llegué al curso. Había escuchado sobre mindfulness, pero no lo había practicado nunca, tampoco había tenido experiencias de meditación. El curso es 100% práctico. Los ejercicios son sencillos y se adaptan a las posibilidades de todos. Sentado, acostado, parado, siempre hay una forma tranquila y placentera de hacerlos. Aprendí que meditar no es dejar la mente en blanco o sin pensamientos, sino una posibilidad de enfocar la atención en las sensaciones que nos permitan vivenciar el presente con calma y serenidad. Gracias a la práctica diaria “en silencio” logré una auténtica conexión conmigo misma. La experiencia “consciente” me permitió enfocar mi atención para mirar hacia el interior y entender cómo gestionar mis emociones para reducir el estrés. Llevar mindfulness a la vida cotidiana ha mejorado mi calidad de vida y la de mi entorno. Gracias Valeria por compartir tu experiencia con nosotros tan amorosamente!!!”. Silvina Grezzi, 44 años, Córdoba. Argentina

“GRACIAS. Quiero empezar mi testimonio con un inmenso gracias. Esta experiencia resultó mucho más reveladora de lo que hubiera podido imaginar. Siento que logré tres objetivos que no tuve claros hasta casi llegar a las 8 semanas: 1) Comprender el mensaje de Valeria (mediante ella, el de sus Maestros) y su tan particular modo de transmitirlo. 2) Interpretar cada manifestación de mis compañeros, aprendiendo a escuchar sin juzgar. 3) Conectar(me) verdadera y solamente conmigo, sin aquellas conversaciones internas que antes me aturdían y provocaban mayor ansiedad. A partir de estos tres aspectos, aprendí a admirar el silencio y la sabia naturaleza (tanto la naturaleza perse, como la humana). Además, comprendí que cada situación de estrés puede llevarme a un abismo si no respondo, en lugar de reaccionar. ¡Soy tan afortunada de haber logrado un estado de quietud y paz en mi mente, en mi cuerpo y en mi corazón! Espero mantenerlo y si así no fuera, volver a invocar a esta batería de herramientas que Mindfulness tiene para afrontar situaciones adversas. Quiero que estás prácticas se conviertan en habituales para mi vida. Quiero la paz y el amor para todos los seres. Quien tenga la oportunidad de sumarse y vivenciar esta experiencia, no lo dude. En mi caso, llegó sin mucho preámbulo, pero al fin de cuentas, cuando más lo necesitaba. Las energías son renovadoras y el combo completo cuerpo-mente-corazón, en algún momento, notará un bienestar indescriptible. Y ese bienestar es hoy, acá y ahora. ¡Gracias!”. Rocío PS, 29 años, nativa salteña, residente en Córdoba, Argentina.

“Días pasados leí una frase que está expuesta en la muestra de arte de Yoko Ono y al terminar de leerla pensé en Mindfulness. Esta sencilla frase resume lo que el curso dejó grabado en mí. La frase es la siguiente: ‘Escucha tu respiración. Escucha la respiración de tu hijo. Escucha la respiración de tu amigo. Sigue escuchando…’ Solo agregaría hazlo con el corazón presente”. Erica, 44 años, Córdoba, Argentina.

«El curso fue muy significativo para mí, más allá de tener algo de práctica previa en Mindfulness. Significó en primer lugar, poder descubrir mecanismos relacionados a la huida o evasión de situaciones, entre ellos, el sueño o bostezos que surgían en la meditación acostada. Y ante una pregunta de nuestra entrenadora/guía, me abrió la posibilidad de explorar en qué otros momentos de mi vida cotidiana se presentaba, y así descubrí que se trataba de eso, una manera de evadir, un obstáculo a la presencia en el aquí y ahora. Ahora puedo diferenciar el “tener sueño” verdaderamente y cuando no, ahora puedo elegir dejarme llevar en algunos momentos (cuando de verdad tengo sueño), en otros me lo permito y en otros decido explorar con curiosidad y amabilidad, quedarme allí en esas situaciones a ver qué pasa. Tener la posibilidad de observar los pensamientos tal cual son y explorar su cualidad sin engancharme de sus historias. Es algo que aún sigo practicando, aprendiendo.  En el retiro, la sucesión momento a momento la pude sentir vívidamente; la invitación constante a los sentidos, a la presencia viva en ese hermoso lugar, fue una experiencia maravillosa. Asimismo, siento una infinita gratitud y me emocionó volver a encontrarme con ese lugar  en mí, ese lugar de calma, mi hogar, mi refugio, lugar desde el cual puedo ver con claridad las cosas tal cual son, sin sentirme abrumada o atrapada por ellas.  Por último, otra experiencia que me gustaría compartir es el regreso a mi casa luego del retiro, precisamente al día siguiente, ir caminando, viviendo cada momento, sobre todo a través de los sentidos, detenerme en una esquina a observar mi mente: ¿a ver en qué estoy pensando? Y  sentir una felicidad enorme “Wow, no estoy pensando” y continuar disfrutando de estar  presente. Me siento muy agradecida a mis compañer@s por la apertura, el respeto y la calidez humana entre  tod@s   en cada momento. Es hermoso compartir nuestras experiencias y así nutrirnos también como seres humanos. Para mi Mindfulness es una manera de ser en el mundo y el MBSR significó un valioso aprendizaje y a la vez una renovación en mí de la intención de estar despierta, viva». Andrea, 32, Córdoba, Argentina.

…Tú eres tu presente, tu manzana: tómala de tu árbol…’ (Pablo Neruda) “Estamos formados por cuerpo, mente y corazón. Un trío perfecto que debería funcionar combinado pero que generalmente actúa por separado, desarticulado, provocando ansiedad, tristeza, stress, depresión…  haciéndonos sentir mal sin saber porqué, generando enfermedades… El mindfulness llega para poner las cosas en su lugar. Primero, para callar a nuestra mente engañosa, para enseñarnos a observarla, para elegir no escucharla, y dejar de ir del futuro al pasado sin vivir en el presente, porque la plenitud está en el presente, en este momento, y ese es un gran primer aprendizaje.  Luego, nos enseña a observar qué cosas nos estresan, cuáles nos hacen sentir mal, y darnos cuenta que en general coinciden con las que nos alejan de nuestras emociones. Y finalmente nos ayuda a llegar al fondo de nosotros mismos, a ese centro de paz que todos tenemos en nuestro interior, y desde ese lugar ver las cosas con más claridad, para cambiar, cambiarnos y comenzar a apreciar la vida en su verdadera dimensión… Sólo se trata de ir para adentro, de reencontrarse, de valorarse, de escucharse,  de reconocer la hermosa compañía que éramos para nosotros mismos antes de que la vida diaria y nuestra mente nos atrapara, de valorar el maravilloso cuerpo que nos ayuda a transitar por esta tierra, de sentir lo que sentimos y respetarlo, de admirar la naturaleza en su grandiosidad… de ser nosotros mismos y querernos antes que a nadie y volver a prestarnos atención para que el cuerpo, la mente y el corazón actúen en armonía.Somos seres humanos viviendo en un mundo difícil y hostil. Necesitamos hacer silencio para recordar lo que el alma ya sabe y encontrar la paz que llevamos dentro. Mindfulness es el camino a esa paz. Gracias Vale!». Natalia Moretti, 55, Córdoba, Argentina.

“Para mí fue muy valioso este curso y lo recomendaría porque te ayuda a encontrar paz y tranquilidad en la vida cotidiana. Es decir, pequeños momentos de «mimo» al alma, en el medio de la vorágine de responsabilidades que todos los adultos tenemos.  Siento que mindfulness abrió una puerta nueva en mí (que quiero seguir explorando) y que enriquece mi calidad de vida, sumado a otras cosas como: mi terapia personal, mis lecturas y mis vínculos. Me hubiese gustado saber (antes de anotarme) que era muy práctico y con poca teoría, porque era justo lo que yo estaba buscando y necesitando. ¡Muchas gracias Vale!” Cristina Baralle, 42 años, vivo en Córdoba, Argentina.

“La experiencia con Mindfulness ha sido sumamente enriquecedora y me ha llevado a encontrarme más profundamente conmigo misma, lo que repercute positivamente en todas mis relaciones. Una de las experiencias que grafican mejor lo que me sucedió gracias a la práctica de Mindfulness fue la siguiente: un domingo por la mañana uno de mis hijos se dobló un pie, y comenzó a sentirse muy dolorido. Decido llevarlo a una clínica para que lo revisen. Era una mañana muy fría y en la sala de guardia había al menos unas 80 personas: se escuchaba mucha tos y mal humor en general. Yo también me sentí malhumorada, ya que, en lugar de estar disfrutando en mi casa, tenía que estar en ese lugar desagradable con una espera que podía durar varias horas. Fue en ese momento (mientras estaba sentada esperando que nos llamaran) que me dí cuenta que era una excelente oportunidad para meditar: así, le dije a mi hijo que prestara atención al turno, que yo iba a cerrar mis ojos por un rato… y así fue que me concentré en la respiración, y comencé a aceptar todo lo que estaba a mi alrededor, sin aferrarme a nada… sin rechazar nada… dejando miedos y prejuicios de lado. Al cabo de un rato me sentí sumamente tranquila, armonizada y agradecida: a la vida en general y a mi hijo en particular, que me había llevado a tener esa experiencia. También me agradecí por estar atenta y poder estar presente en esa situación. Ojalá que Mindfulness llegue a muchos lugares y a muchas personas… estoy segura que una vida mejor nos espera cada vez que somos conscientes de las infinitas posibilidades que el universo tiene para nosotros”. Claudia, 46 años, Córdoba, Argentina.

“Cuando vi la propuesta en Facebook sobre este Programa sentí que era algo para mí y en este momento de mi vida. Lo recibí con todo mi ser, con la confianza de saber que lo necesitaba y que podía acceder a ello. Y aunque se presentaron obstáculos e incertidumbres, caminé segura hacia las prácticas y me entregué a ellas recibiendo lo que tanto ansiaba: un camino simple, profundo, hacia la paz. Si logro paz en mi corazón, el amor se manifestará más sencillamente. Soy consciente que es para siempre y que debo superar incomodidades o perezas. Sólo así, podré saborear el presente, el aquí y ahora que es donde transcurre la vida. Por eso es muy valioso para mí. Si bien es muy recomendable, muchas veces resisto la tentación de hacerlo porque creo que las cosas llegan a cada quien en el momento preciso y no quiero abrumar con recomendaciones. Cada vez que nos reuníamos a compartir, me conmovió escuchar a cada persona en todo su ser, sabiendo que sólo tenía que escuchar y eso era suficiente para tocar apenas el borde de su alma y sus inquietudes. Valoré mucho el silencio y que todos acatáramos tan naturalmente las pautas que nos iban conduciendo a un reparador encuentro. Y quedé muy gratamente sorprendida de ver tantos jóvenes dispuestos a querer un mundo mejor y trabajar en ello. Quiero comprometer mi vida en este camino que lo reconozco como necesario a mi alma. Gracias”. Elsa, 68 años, vivo en Córdoba, Argentina.

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